
From left to right: Demareo Jones, 16, and Makai Collins, 17, spent spring break in Burkina Faso building
a foundation for a new school in a rural village as part of a program run by Build On, an international
nonprofit organization. Ivan Villegas, 17, participated in the same program last summer in Nicaragua.
Right: Richards Senior Tateonna Terrell, 17 recently earned a certificate in financial literacy through a
program run by Working in Support of Education (WISE). Terrell gave a speech on the New York Stock
Exchange (NYSE) floor before the NYSE president and other leadership. (The Gate/Sonya Eldridge)
While some young people spent their spring break hanging out with friends or glued to screens, two Richards Career Academy students traveled to West Africa to help build a school.
Since taking the helm a couple years ago, Richards Principal Durrell Anderson has been working to build partnerships with various organizations to expand students’ horizons and overall learning experiences.
Through a partnership with international nonprofit organization Build On, several Richards students have participated in service-learning projects abroad.
Build On works to build schools in developing countries and runs youth service after school programs in U.S. high schools. Makai Collins, 17 and Demareo Jones,16, recently returned from a two-week stint in a rural village in Burkina Faso working side-by-side with locals and other volunteers, digging trenches and installing wire to lay the foundation for a new school.
The United Nations ranks Burkina Faso as the 5th economically poorest country in the world. The West African nation also has the lowest level of literacy in the world, with 78 percent of the country illiterate and only 58 percent of children enrolled in primary school.
When they landed in Burkina Faso, the teens said they had their first true off-road experience riding across the savannah to the village where they stayed with host families.
During the day, temperatures reached as high as 120 degrees Fahrenheit. It was so hot inside their host families’ homes that Collins and Jones said they slept outside under the stars. Unlike back home in Chicago, the clear night sky allowed them to see stars and constellations.
Their experience, Collins and Jones said, taught them to be grateful for basic needs, like access to food, shelter, running water and education.
“People in America have the opportunity to go to school and take it for granted,” Collins said. “I feel like other people should be able to have the same opportunity, who might enjoy it a little bit more and really use it.”
Like Collins, Jones said he realized how fortunate he was after living among the villagers. He also said he was impressed by how self-sufficient they were, calling them “rich” in their abilities to grow and find their own food, and build their own homes. “I learned that most of the stuff we have here- the luxury of eating red meat, and the luxury of having proper utensils to eat with is really taken for granted, and having cold water. I love cold water now,” Jones said with a grin.
Collins and Jones said they were inspired to serve after hearing stories from classmate Ivan Villegas.
Last summer, Villegas, 17, was selected to serve in Nicaragua to help build a school there. He said aside from learning a few new words in the local Spanish dialect, he learned to appreciate what he has.
“They have a joke over there, for breakfast they have rice and beans, for lunch they have beans and rice and for dinner they have rice and beans, but they have this special name, and it’s called something, I forgot what it’s called,” he said.
Villegas also said the experience taught him to cut back on his complaints about his own life.
“On my way back to the airplane, I told myself not to complain so much anymore,” Villegas said. “There’s no point. If your mom tells you to do something, just do it.”
Estudiantes de Richards expanden el aprendizaje a través del servicio en el extranjero
Traducido por Monica Reynoso
Mientras que algunos jóvenes pasaron sus vacaciones de primavera saliendo con amigos o pegados a las pantallas, dos estudiantes de la Academia Richards viajaron a África Occidental a ayudar con la construcción de una escuela.
Desde que tomó el timón hace un par de años, el director de Richards Durrell Anderson ha estado trabajando para formar alianzas con varias organizaciones para expandir los horizontes de los estudiantes y sus experiencias globales de aprendizaje.
Mediante una colaboración con la organización internacional no lucrativa Build On, varios estudiantes de Richards han participado en proyectos de aprendizaje de servicio en el extranjero.
Build On trabaja construyendo escuelas en países en desarrollo y opera programas de servicio juvenil después de clases en las secundarias de Estados Unidos.
Makai Collins, de 17 años y Demareo Jones, de 16, recientemente regresaron después de un periodo de dos semanas en un pueblo rural en Burkina Faso trabajando hombro a hombro con gente local y otros voluntarios, cavando zanjas e instalando alambrado para colocar los cimientos para una nueva escuela.
Las Naciones Unidas clasifican a Burkina Faso como el quinto país más pobre del mundo. La nación afro occidental también tiene el más bajo nivel de alfabetismo del mundo, con un 78 por ciento de analfabetos en el país y sólo un 58 por ciento de niños inscritos en escuelas primarias.
Cuando aterrizaron en Burkina Faso, los adolescentes dijeron haber tenido su primer experiencia remota atravesando el sabana para llegar a la aldea donde se hospedaron con familias anfitrionas.
Durante el día, las temperaturas alcanzaban hasta los 120 grados Fahrenheit. Estaba tan caliente dentro de las casas de sus familias anfitrionas que Collins y Jones dijeron que dormían bajo las estrellas. A diferencia de Chicago, el cielo nocturno despejado les permitía ver las estrellas y constelaciones.
Su experiencia, Collins y Jones dijeron, les enseñó a estar agradecidos por las necesidades básicas, como el acceso a comida, un techo, agua potable y una educación.
“La gente en Estados Unidos tiene la oportunidad de ir a la escuela y la da por sentada”, dijo Collins. “Siento que otras personas deberían poder tener la misma oportunidad, que pudieran disfrutarlo un poco más y realmente usarlo”.
Al igual que Collins, Jones dijo que se dio cuenta lo afortunado que era después de haber vivido con los aldeanos. También dijo que quedó impresionado con lo autosuficiente que eran, llamándolos “ricos” en sus habilidades para cultivar y encontrar su propia comida, y construir sus propias casas.
“Aprendí que la mayoría de lo que tenemos aquí—el lujo de comer carne roja, y el lujo de tener los debidos utensilios para comer se da por sentado, y tener agua fría. Ahora me encanta el agua fría”, dijo Jones con una sonrisa.
Collins y Jones dijeron que se inspiraron a servir tras haber escuchado historias de su compañero de clases Iván Villegas. El verano pasado, Villegas, de 17 años, fue seleccionado para servir en Nicaragua y ayudar con la construcción de una escuela allá. Dijo que además de aprender unas cuantas nuevas palabras en un dialecto local del español, aprendió a apreciar lo que tiene.
“Tienen un chiste allá, para desayuno comen arroz y frijoles, para el almuerzo comen frijoles y arroz y en la cena comen arroz y frijoles, pero tienen un nombre especial, los llaman algo, ya se me olvidó como los llaman”, dijo.
Villegas también dijo que la experiencia lo enseño a disminuir sus quejas contra su propia vida.
“De regreso al avión, me decía a mí mismo que ya no quería quejarme tanto”, dijo Villegas. “No tiene sentido. Si tu mamá te dice que hagas algo, sólo hazlo”.